¡Felicitaciones! Ya tomaste la decisión de cambiar tu estilo de vida y estás encaminado. Pero lo que más cuesta en estos casos es mantener estos hábitos a lo largo del tiempo y no volver a las costumbres anteriores. No se trata de “vivir a dieta”, sino de incorporar hábitos que nos van a acompañar a lo largo de nuestra vida. Son elecciones conscientes no sólo sobre qué decidimos comer, sino también sobre cómo vamos a llevar adelante nuestra actividad.
√ 1. DOCUMENTAR LOS PEQUEÑOS CAMBIOS
¿Por qué no implementar pequeños cambios en vez de realizar cambios drásticos de la noche a la mañana? Un consejo práctico es organizarte para lograr 1-2 cambios por semana. Podés anotarlos para así visualizar el camino y pensar en la meta final. Como cualquier otro proyecto que nos proponemos, escribir y documentar nuestros cambios y logros nos ayuda a ser más conscientes del proceso que estamos encaminando y a medir nuestros objetivos en función de las metas obtenidas. Podés usar este método durante unos meses y además escribir sobre sentimientos positivos al despertarte y aspectos positivos que lograste en el día. Este último punto es muy útil, ya que por la noche, con el cansancio del día acumulado, uno tiende a ver solamente lo negativo, o a pensar en todo lo que no llegó a hacer. Escribir las cosas positivas que hicimos nos predispone muy bien, nos ayuda a sentimos realizados y a dormir tranquilos.
√ 2. LAS TENTACIONES
¿Qué es lo que me hace comer de más? ¿Por qué elijo mal a la hora de comer? ¿En qué momento del día me cuesta comer sano? Detectar cuándo generalmente nos alejamos de nuestro plan inicial, nos ayuda a pensar en una opción para lidiar con las tentaciones y adelantarnos para encontrar alternativas que se acerquen más a nuestro objetivo. Comprá opciones saludables para tener en tu cocina y date un tiempo para acostumbrar el paladar a comer como snack por ejemplo verduras crudas en juliana con un rico hummus o un paté de nuez o de castañas de cajú. La media mañana o la merienda suelen ser momentos complicados para resistir la tentación de algo dulce y rico: podés tener algo saludable siempre listo, como un licuado, tostadas de galletas de arroz con tahini, manteca de maní o de almendras, o algún muffin sin gluten, lácteos ni azúcar refinada.
√ 3. CAMBIOS DIARIOS Y SIMPLES
Algunos ejemplos de los cambios pequeños que podemos realizar día a día son:
- Eliminar carbohidratos refinados (pan blanco, arroz blanco y dulces).
- Evitar comida con grasas trans: caramelos, galletas, helados, margarina, pochoclo para microondas, pastelería industrial, facturas, productos precocinados -croquetas, pastas, pizzas-, salsas, aperitivos dulces y salados y en general los productos tipo fast-food.
- Agregar 2 porciones de vegetales en el almuerzo y la cena.
- Tomar 3 vasos más de agua cada día hasta llegar a 8 vasos aproximadamente por día (dependiendo del peso y actividad de cada uno).
- Agregar 10 minutos de caminata diaria (hasta llegar a 1 hora, dependiendo también de la rutina de actividad física que realices).
- Dejar el auto estacionado a unas cuadras de tu trabajo para moverte más.
- Levantarse cada 15-30 minutos del escritorio y caminar aunque sea unos pasos para estirar y activar los músculos.
√ 4. EN EL RESTAURANTE
¡Este es uno de los desafíos más grandes! Cuando salimos a comer afuera con amigos es difícil no dejarnos llevar por las tentaciones. Una buena idea es pensar de antemano qué tenés ganas de comer así al llegar al restaurante no te tentás con opciones que se alejen del estilo de vida sano que estás logrando. Por ejemplo: si vamos a una parrilla podemos pedir pollo con verduras asadas; si vamos a un restaurante que sirven pescado podemos optar por alguna ensalada con salmón ahumado o algún pescado con verduras o ensalada y si vamos a un lugar de comida japonesa, un wok de vegetales o sushi con salsa de soja orgánica son excelentes opciones.
√ 5. TENETE PACIENCIA
Si estás de vacaciones y comés algo rico , o no podés hacer ejercicio, no te tortures: tenete paciencia y perdonate. Una actitud positiva es pensar: «¡Qué lindas vacaciones pasé, realmente disfruté de alejarme de la rutina!». Acordate que los cambios llevan tiempo: tenés que tener paciencia, pensar a largo plazo, ser consistente pero también benévolo con vos mismo. Y conocerte, tanto en tus fortalezas como en tus debilidades.
√ 6. NUNCA PASES HAMBRE
Muchas personas piensan que saltearse comidas o no comer durante muchas horas seguidas los ayuda a bajar de peso. Pero la realidad y los estudios indican que es todo lo contrario. Cuando pasamos mucho tiempo sin comer, la tendencia es comer de más en la próxima comida. Y seguramente no elijas las opciones sanas, sino lo primero que encuentres a mano. Por eso asegurate de tener tu bocadito dulce o salado pero saludable diariamente. Pensá en comer tu comida favorita el fin de semana: la idea de saber que uno puede comer lo que quiere y que no va a sufrir privaciones, nos relaja y nos ayuda a encarar este cambio de manera positiva.